Érase una vez en Sa Pobla...

Son un reflejo en miniatura de una vida pasada, que nos invitan a un mundo sólo creado por nuestra imaginación. En su día adorados por algún niño, hoy por un adulto, los juguetes de antaño están a nuestra disposición para admirarlos y disfrutarlos en una colección única exhibida en el Museo del Juguete de Sa Pobla.

Exhibida con orgullo en la primera planta del centro cultural “C’an Planes”, es el resultado de los esfuerzos de un hombre cuya afición “de loco” constituye actualmente la colección de juguetes más diversa de Europa. Artista y escultor, Antoni Roig Clar empezó a interesarse por los juguetes antiguos durante su estancia en Barcelona para estudiar Bellas Artes. “Conocí a una señora que tenía una tienda de juguetes en Barcelona y le compré una colToy Museum Puppetección bastante amplia de juguetes. Sus formas y materiales me parecieron bonitos”, afirma. Tardó poco en ser famoso en Mallorca por su pasión y obsesión por los juguetes, lo cual le valió el apodo de “Ton Boig Clar”, que en mallorquín significa “Toni loco por supuesto”. Este es el nombre que utiliza para firmar sus obras de arte, incluyendo esta colección, que considera parte del muestrario de su obra.

A lo largo de los años, la colección de Toni ha ido creciendo hasta la ingente cantidad de cinco mil piezas, de las que el Museo del Juguete ha venido exhibiendo setecientas a la vez, a menudo en exposiciones temáticas, desde su apertura en 1998. Estos objetos de colección, en su mayor parte datados entre 1880 y 1950, proceden de toda Europa, en especial de Mallorca.

A la vista de la variedad de juguetes de distintas épocas, se puede deducir que son un reflejo de los valores de una sociedad en un momento determinado. Una familia mallorquina tipo aspiraría a que uno de sus hijos fuera sacerdote: de ahí que las capillas de juguete fueran tan populares. Es probable que los niños “Toy Museum Maskbautizaran” a su gato o al osito de peluche en los altares en miniatura repletos de detalles y culminados con minúsculos candelabros. Unos de los juguetes preferidos para las niñas eran las cocinas y hornos en miniatura que funcionaban de verdad. Algunos, con fuego de leña real o eléctricos, fueron retirados del mercado más tarde por motivos obvios pero fueron creados sin duda por una sociedad que quería enseñar a sus hijas cuál iba a ser probablemente su papel en la vida.

Los juguetes de nuestros antepasados requerían mucha más imaginación del niño que la mayoría de los juguetes modernos y eran mucho más caros. Esto significaba que sólo unos pocos niños del pueblo los tenían, como la casita de muñecas de la exposición, una réplica exacta de una casa de la isla de entonces o uno de los típicos juguetes mallorquines de un campesino con sus ovejas.

La colección de Ton Boig sigue creciendo y muchos de los juguetes que adquiere necesitan ser reparados. “¡Lo normal es que les falte un ojo o una oreja!”, cuenta. Desde trenes hasta muñecas, pasando por toros y burros balancín, esta interesante colección de juguetes hechos a mano e industriales cautivará tanto a jóvenes como a mayores.

 

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