Los encantos ocultos de Sant Elm

Al final de la carretera, donde las montañas inaccesibles se precipitan en el mar, a menos de 10 minutos al oeste del Port d’Andratx, se encuentra San Telmo, Sant Elm en catalán.

San TelmoEl pequeño pueblo de pescadores, orientado al sudoeste, está frente a la isla de Sa Dragonera, donde el ejército de Jaume I el Conquistador se repuso de su accidentada travesía desde Cataluña en 1229. A unos doscientos de metros de la costa, el islote del Pantaleu protege el pequeño puerto natural. El encanto de este pueblo gratamente sencillo reside en las casas de pescadores construidas directamente sobre la orilla y que separan el Mediterráneo del extremo occidental de Mallorca.

Actualmente sus habitantes viven tanto del mar y sus productos como de los ingresos generados por el turismo, de pequeña escala dado las escasas plazas de hoteles y apartamentos disponibles. Sant Elm tiene fama por sus restaurantes de pescado y paella y los fines de semana de verano se pueden ver los yates de la costa oeste anclados cerca de la orilla mientras sus propietarios y amigos disfrutan de una comida en tierra. Las pequeñas barcas de madera, fondeadas detrás de la protección del parque natural del Pantaleu, y las que se retiran a los varaderos de la orilla le aportan el carácter de un activo puerto de pesca. Aquí podrá ver a los pescadores que se hacen a la mar con los palangres, largos cabos con anzuelos cebados que unos flotadores mantienen cerca de la superficie, volantines, nansas para langostas y, cuando cae la noche, fanales de aceite para atraer a los calamares.

San Telmo DragoneraLa salvaje y magnífica isla de Sa Dragonera, utilizada a lo largo de la Historia por piratas y contrabandistas por su posición estratégica, no sólo es un punto de observación de espléndidos atardeceres, si no que fue declarada Parque Natural en 1995 y sigue albergando ejemplares de especies en peligro de extinción. Desde los cientos de lagartijas endémicas de Lilford que se acercan tanto que pueden llegar a subirse a su zapato, hasta las bandadas de gaviotas que se reúnen en los acantilados para tomar el sol, criaturas grandes y pequeñas merodean tranquilas y libres en esta isla con perfil de dragón, que puede ser explorada tras un breve viaje en la barca que sale del pueblecito.

Durante el verano, diversos buques de recreo traen visitantes desde el Port d’Andratx y Santa Ponça para pasar unas horas en Sant Elm; otros desembarcan de las golondrinas que van de excursión a Sa Dragonera para tomar un refrigerio en tierra. Sant Elm tiene una deliciosa playa de arena y, muy cerca de ella, cafés con vistas a la playa. Para aquellos que prefieren la intimidad de un lugar recóndito hay pequeñas calas arenosas, mientras que otros podrán tomar el sol en una de las numerosas puntas rocosas que se adentran en las bellísimas aguas cristalinas de esta parte del Mediterráneo prácticamente virgen. Las casas en primera línea raramente aparecen en el mercado inmobiliario y los propietarios de estas joyas, tanto si necesitan modernizar como si no, tienen que soportar las miradas envidiosas de los que pasean por el romántico sendero frente al mar.

San Telmo En los meses más suaves Sant Elm es una base perfecta para caminantes. Convenientemente situada al inicio de la cadena de la Serra de Tramuntana, la región ofrece algunos de los mejores itinerarios naturales y miradores de Mallorca. Un día de excursión puede empezar a la puerta de su casa tras un paseo de una hora hasta el Parc Natural de La Trapa, que le llevará hasta el antiguo monasterio trapense situado en lo alto. Mientras vaya subiendo, busque algunas de las catorce variedades de orquídeas y otros bellos especimenes de flora endémica del área. Los restos del monasterio y especialmente los perfectos ejemplos de construcción de bancales en piedra seca justifican la visita, pero el punto culminante es ciertamente la vista sobre las islas desde lo alto de los acantilados.

Sant Elm es un tesoro escondido que en verano vibra con los nativos y visitantes, encantados de estar allí, y cae después en un agradable letargo entre noviembre y la Pascua.

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